Religión y filosofía

Siempre ha existido un choque de conceptos entre la Razón, es decir, la filosofía; y la Fe, es decir, la religión. Ambas han sido y son importantes en la evolución del ser humano. Las dos buscan la verdad, aunque sus vías de acceso sean diferentes.

La filosofía busca respuestas racionales a las preguntas planteadas sobre el universo y la vida. Considera a Dios como problema, por la dificultad de dar una respuesta lógica ante la cuestión de la existencia o inexistencia de este. La filosofía se fundamenta en la razón humana. Cuestiona y da respuestas, lo que no conlleva la anulación de estas preguntas, sino que nos llevan a seguir planteándonoslas cada vez mejor.

La religión en cambio, da una explicación sobre los problemas del universo y la vida, partiendo de la fe. Cree en Dios como principio de todas las cosas y no cuestiona su existencia, es dogmática. Cree en la razón divina como forma de pensamiento.

Creencia-Confianza

Una creencia está sometida a dos tipos de condiciones:

•  Las condiciones de verdad  (sostiene que la oposición entre lo verdadero y  lo falso no   depende de nosotros)
•  Las condiciones de aceptación (la elección de tener fe sí depende de nosotros).

Esto quiere decir que la creencia es un asunto individual y personal. Se basa en el binomio fe-confianza, es decir, una relación que lleva implícito un acuerdo entre el que da su palabra y el que la recibe. La fe religiosa es a la vez que confianza, obediencia a la figura de un ser superior divino.La búsqueda filosófica, al contrario, no se basa en la fe sino en el planteamiento de cuestiones que deben someterse a pruebas para verificarlas y constatar su verdad. Utiliza la Razón  para comprender el significado de los fenómenos o hechos de la realidad, adoptando siempre una postura crítica.

La Fe, y por consecuencia la religión, fue la primera forma de lograr entender la vida ya que durante muchos años, antes de que surgieran el pensamiento filosófico y el pensamiento científico y, con ellos, la crítica hacia las creencias que no tienen razones válidas para fundamentarse (por algo son llamados saberes críticos) sirvió para explicar cuestiones, que por ese entonces estaban fuera del alcance del conocimiento, por ejemplo, las fuerzas de la naturaleza o momentos específicos de la vida tales como el nacimiento o la muerte,que en épocas primitivas eran tomadas como inexplicables. Estos sucesos, necesitados de algo que les diera sentido y satisficiera su necesidad de saber, dio lugar a la creación de mitos y dioses que con su intervención hacían que todo ocurriera. Más tarde, esta variedad de dioses pasaron a ser un único dios, que concentraba todas las características de los anteriores. A partir del surgimiento y progreso de las ciencias, el llamado paso del Mito al Logos, la Razón se abrió camino en el pensamiento humano.

Es cierto que aún en nuestro tiempo está extendida la idea de la salvación, mediante la religión, del llamado "castigo divino". También hay quienes apoyan  la religión y rechazan toda ciencia o filosofía porque estas desbaratan sus creencias y doctrinas y resultan dañinas para los negocios que tienen  en torno a la religión.

Por otro lado,exceptuando los casos mencionados anteriormente,a día de hoy, con el avance de la ciencia y de la filosofía, estos fenómenos naturales ya han sido explicados en base a los conocimientos científicos, por lo que la religión en este ámbito ha quedado relegada a una posición inferior, siendo cada vez menos lo que comparten su forma de entender la creación de la vida y la vida en sí misma. Lo que sí es que se mantiene,es que las continuas dudas sobre la existencia o inexistencia de Dios siguen planteándose a día de hoy. Aunque lo que se plantea ahora es imposible de responder ya que están fuera de los límites del conocimiento sobre el que trabajan tanto ciencia como filosofía, por lo que la respuesta queda inconclusa, dejando así posturas en controversia sobre el tema: quien cree, quien no cree y quien duda. 

En mi opinión, estas formas de ver la religión  pueden ir cambiando a lo largo de la vida, sobre todo entre quien se mantiene en la duda y quien cree, puesto que hay momentos en la vida de una persona en los que lo único que queda para aferrarse es precisamente esa fe ciega.