¿Es necesario el Estado?

¿Es necesario el Estado? Esta es una pregunta a la que han intentado dar respuesta distintos filósofos. Cada uno ha aportado a lo largo de la historia su opinión, por lo que hay una diversidad y contraste de ideas entre aquellos que se posiciona a favor y aquellos que se posiciona en contra. Ninguno de ellos, de todas formas, ha dado una respuesta absoluta, lo que técnicamente, considero imposible o muy difícil de realizar, pues el ser humano no es una máquina que funcione siguiendo procesos o mecanismos. Por tanto, una sociedad o conjunto de personas, tampoco funciona como tal, y por ello no existe una clave o fórmula que responda a esta cuestión y clausure la pregunta.

Por un lado, dentro del grupo de pensadores que sostenían que el Estado es necesario, hay una teoría o forma de pensar que denomina al hombre como “el buen salvaje”. Esta concepción proviene de las teorías roussonianas e influye en dos ideologías muy conocidas como son el marxismo y el anarquismo. Bien, la política del buen salvaje consiste en el pensamiento de que el hombre, el cual puede vivir perfectamente al margen de la sociedad, sin un poder que lo controle, es decir en el Estado de Naturaleza, es un ser libre, bueno y generoso, que no conocen envidias, egoísmos o comportamientos innobles (pues estos vienen de la mano con la sociedad). Según esto, en definitiva, la naturaleza del hombre es ser bueno y no pertenecer a una sociedad organizada.
La teoría marxista y la teoría anarquista comparten esta concepción del hombre. La primera, analiza también de las desigualdades entre las diferentes clases sociales. La segunda, cree firmemente que las leyes y el poder someten al ser humano privándolo de su libertad, por lo que apuesta por destruirlo totalmente para acabar con toda forma de jerarquización y ser todos iguales.
Estas ideas son muy atractivas, y precisamente por eso, se convierte en una utopía inalcanzable en la sociedad la que vivimos. Coincidiendo con Rousseau, opino que, por muy de acuerdo que alguien esté con esto, debe admitirse que la dificultad de destruir en la actualidad toda forma de organización estatal y de poder es muy alta. Por ello, este filósofo optaba más por la idea de modificar la estructura de poder y así volverla más justa. Esto es algo favorable y que sí debería hacerse para que el ser humano viviera en armonía.
Esto no quiere decir que concuerde con que el hombre sea bueno por naturaleza y sea la sociedad la que lo corrompa. En una agrupación de individuos siempre hay diversidad de opiniones, culturas y ideología, y esta diversidad hace que surjan las disputas. Lo mismo, pero mayor escala, ocurre en una sociedad y, sin un poder que se imponga y establezca unas leyes, bajo mi punto de vista, la vida sería miserable.


Esta imposibilidad de la vida el estado de naturaleza es la que sostenían, por ejemplo, Aristóteles y Hobbes. Para Aristóteles, somos animales políticos. Todo lo contrario a lo anterior mencionado, él sostiene que forma parte de la naturaleza humana el vivir en sociedad. Si esto no es así, ¿por qué han tenido todas las agrupaciones humanas a evolucionar hacia una sociedad organizada en torno poder? El hombre necesita la comunidad para ser humano, y  no sólo para que haya un orden político que resuelva las disputas o que los conflictos se resuelvan tomando cada uno la justicia por su mano. De esta manera logra el hombre una vida pacífica.
Considero el estado necesario, ya que una gran agrupación de personas necesita una jerarquía que ordene para que todo marche perfectamente y se avance, tanto social como tecnológicamente. Sin gobierno, el hombre seguiría día de hoy viviendo en la naturaleza como antaño, con mínimas esperanzas de vida y sufriendo atrocidades. Es en la sociedad donde el animal que es el hombre adquiere virtud. Y así hemos llegado a ser como somos hoy en día.

Ahora bien, también es cierto que algunas ideas de carácter roussoniano deberían ser tenidas en cuenta a la hora de organizar una sociedad, pues es injusto que unos pocos privilegiados que tienen el poder se beneficien de toda la riqueza habiendo tanta población necesitada y pobre. Los dirigentes o gobernantes deberían velar por el bien de la sociedad, luchar contra la discriminación o exclusión social, y asegurar a todos los ciudadanos las mismas oportunidades sean de la clase social que sean.

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